Robert Musil (Klagenfurt, 6-XI-1880 - Ginebra, 15-IV-1942) fue, sin dudas, un `Dichter`, es decir, un novelista en la más auténtica tradición goethana, un creador de ficciones elaboradas con el propósito de penetrar y registrar las profundidades de la condición humana y los detalles más discutibles de la vida social.
Buena parte de su adolescencia transcurrió en el agobiante clima de una acedemia militar (experiencia que retrata en el libro `Die Verwirrungen des Zöglings Törless`, Bildungsroman de 1906). Prosiguió estudios de ingeniería mecánica en Brno, antés de instalarse en Berlín para interiorizarse en la obra filosófica de Nietzsche y de Mach. Después de haber combatido en la Iº Guerra Mundial y de haberse desempeñado como funcionario gubernamental de la República de Austria, decidió dedicarse a la literatura a tiempo completo. Su vida como escritor (crítico de teatro, redactor de periodicos, publicista, editor, etc.) le reportó una constante penuria económica que sobrellevó en compañía de su mujer Martha Heimann-Marcovaldi -verdadero sostén espiritual del autor-, hasta que se constituyeron grupos privados con el propósito de finaciar la composición de su obra.
Pese a que incursionó con desigual éxito por el teatro (`Die Schwärmer` de 1921 y `Vinzenz und die Freundin bedeutender Männer` de 1926), el reconocimiento le llegó a partir de sus narraciones. `Vereinigungen` (1911), `Die Portugiesin` (1923), `Drei Fragüen` (1924), son textos contundentes, pero, indudablemente, `Der Mann Ohhe Eigenschaften` es su obra mayor. El libro se fue publicando en varios volúmenes a partir de 1930, quedando -como era de esperarse- inconcluso.
La prosa de Musil devela a un profundo pensador, que hace de la ficción un campo de reflexión sobre el (espíritu del) Hombre. El enorme trabajo de disección y vivisección del mundo de su época se manifiesta en cada una de las páginas por él escritas. Su tono es solemne, su humor es amonestador. Como todo buen novelista germano de la entreguerra, sus textos repiten el tópico del vacío y del silencio, del apocalipsis que ya acaecio y que, sin embargo, no ha redimido a la humanidad. Sus (anti)heroes emergen como seres-en-el-mundo, que deben apropiarse de sus circunstancias para abandonar el aturdimiento que les genera el espacio pleno y ausente de la Diferencia.
La perspectiva que pretende adoptar es la de un observador en los límites del mundo, que analiza absolutamente todos los aspectos de lo real, proyectando un mapa que oculta la ilusión de constituirse en una imagen luminosa del ahora irrepresentable unvierso.
Pablo Cerone
(aporte de pablocero)
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