García Márquez, 30 años después del Nobel
CULTURA • 21 OCTUBRE 2012 - 9:41AM — REDACCIÓN Y AGENCIAS
Estocolmo, 21 de octubre de 1982: el autor de 'Cien años de soledad' es encumbrado con el máximo galardón de las letras universales.
Guadalajara • Ocurrió el jueves 21 de octubre de 1982. Ese día, cuando el secretario permanente y miembro de la Academia Sueca Per Gillensten anunció ante un centenar de periodistas y figuras del mundo literario el nombre de Gabriel García Márquez como el destinatario del Premio Nobel de Literatura, un murmullo de aprobación recorrió la sala.
La noche anterior, Gabo (como se conoce cariñosamente al escritor colombiano) recibió una llamada de larga distancia en su casa de la Ciudad de México. Le hablaron en inglés y le dieron una noticia que lo dejó trastornado. Como Mercedes Bracha, su esposa, no había regresado aún de una visita y él necesitaba compartir la noticia con alguien, corrió a la casa de su gran amigo Álvaro Mutis. Cuenta una crónica del periodista y escritor colombiano Juan Gossaín que se produjo entonces el siguiente diálogo:
–¿Qué te pasa, hermano? –preguntó Mutis al ver que Gabo temblaba de pies a cabeza.
–Necesito que me escondas en tu casa –murmuró el novelista.
–¿Y esa vaina? –se extrañó Mutis–. Ya sé: peleaste con Mercedes.
–Peor, hermano –dijo García Márquez, con un gran desconsuelo–. Me acaban de dar el Premio Nobel.
La llamada provenía de la Academia Sueca; uno de sus miembros se complacía en anunciarle que lo esperaban en diciembre para entregarle el preciado medallón de oro. Un mes y medio más tarde, García Márquez recibió en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura vestido de un clásico liquiliqui de lino blanco. Con ese gesto, más que romper la etiqueta de una ceremonia solemne y fría, quiso dejar su impronta de autor latinoamericano.
“Él, que años antes lo descalificó en una boutade olvidable como ‘premio a la lagartería’, entendió que era un reconocimiento a su talento y, al mismo tiempo, un gesto a la importancia de la nueva literatura latinoamericana. Por eso se echó a temblar cuando recibió el ansiado y temido telefonazo que iba a cambiarle la vida. No era la primera vez que se distinguía a un escritor de habla castellana: ya lo habían sido cuatro autores españoles y tres latinoamericanos. Pero ninguno de ellos, ni siquiera las figuras formidables de Juan Ramón Jiménez y Neruda, tenían el caudal de lectores y la unanimidad crítica que convoca García Márquez”, cuenta Gossaín.
Las reacciones de satisfacción se dieron en cadena en todo el mundo nada más conocerse la noticia de la concesión del Nobel de Literatura a Gabo. Su galardón suscitó comentarios favorables procedentes de eminentes figuras representativas de la cultura y la literatura como Juan Rulfo –“Por primera vez se ha dado un premio literario justo”–, Jorge Luis Borges –“Cien años de soledad es uno de los grandes libros de todos los tiempos”–, el premio Nobel alemán Heinrich Böll –“García Márquez es excepcional”– y Julio Cortázar –“Este Nobel servirá para poner al día los muchos problemas que tenemos en América Latina”–.
Hace justo 30 años, la Academia Sueca señalaba en sus fundamentos que la concesión del Premio Nobel de Literatura a García Márquez no suponía el “descubrimiento” de un escritor desconocido y que él “ha creado un universo propio –el mundo que rodea a Macondo, el pueblo por él inventado–. Desde finales de la década de los cincuenta, sus novelas y cuentos nos arrastran a ese extraño lugar donde se dan cita lo milagroso y lo más puramente real –el espléndido vuelo de la propia fantasía–, fabulaciones desmedidas y hechos concretos que surgen del fondo del pueblo, alusiones literarias, fábricas descripciones, palpables y a veces opresivas, realizadas con la precisión de un reportaje”.
La Academia Sueca hacía alusión también a la fecunda obra del escritor y al reconocimiento internacional de inusitada magnitud que produjo la aparición, en 1967, de su novela Cien años de soledad, traducida a gran número de idiomas y de la que se han editado millones de ejemplares.
“García Márquez no sólo escribió una novela magistral, sino que creó un estilo propio capaz de describir, con un prodigioso dominio del lenguaje, los mundos disparatados, coloridos y mágicos de su tierra costeña”, apunta la periodista española Salud Hernández Mora.
Los rumores sobre el estado de salud del escritor nacido hace 85 años en Aracataca han circulado consistentemente en redes sociales y medios de comunicación desde que a principios de julio de este año la agencia AFP anunciara que “Gabriel García Márquez padece demencia senil”. Aunque no ha habido confirmación oficial, el periodista y escritor Plinio Apuleyo Mendoza ha asegurado que su viejo amigo “ya no reconoce a gente que no veía hace tiempo”.
Universo creativo
Gabriel García Márquez publicó a los 20 años su primer cuento, La tercera resignación, en un suplemento semanal de El Espectador. A partir de entonces, ya lo presentaban como el nuevo genio de la literatura colombiana. Luego vendrían La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba, Los funerales de la Mamá Grande, La mala hora, cuyos personajes y ambientes verídicos e imaginarios confluyen hacia su pieza mayor: Cien años de soledad. Su prolífica producción siguió con más historias como El amor en los tiempos del cólera, El otoño del patriarca, Crónica de una muerte anunciada, Doce cuentos peregrinos, Noticia de un secuestro. Sus últimas publicaciones han sido Vivir para contarla, Historia de mis putas tristes y Yo no vengo a decir un discurso. Esta obra lanzada en 2010 reúne 22 textos escritos por García Márquez a lo largo de su vida para ser leídos en público e incluye el discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en 1982.
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