Biografía.
(Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu) Pensador francés (La Brède, Burdeos, 1689 - París, 1755). Perteneciente a una familia de la nobleza de toga, Montesquieu siguió la tradición familiar al estudiar Derecho y hacerse consejero del Parlamento de Burdeos (que presidió de 1716 a 1727). Vendió el cargo y se dedicó durante cuatro años a viajar por Europa observando las instituciones y costumbres de cada país; se sintió especialmente atraído por el modelo político británico, en cuyas virtudes halló argumentos adicionales para criticar la monarquía absoluta que reinaba en la Francia de su tiempo.
Fuente:http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/montesquieu.htm.
monstesquieu.
Este fragmento se encontró inacabado entre sus papeles;
el autor no tuvo tiempo de darle la última mano;
pero los primeros pensamientos de los grandes maestros
merecen ser conservados para la posteridad,
como los esbozos de los grandes pintores.
el autor no tuvo tiempo de darle la última mano;
pero los primeros pensamientos de los grandes maestros
merecen ser conservados para la posteridad,
como los esbozos de los grandes pintores.
ENCICLOPEDIA, TOMO VII, 1757.
Ensayo sobre el gusto en las cosas de la naturaleza y del arte
En nuestro modo de ser positivo, nuestra alma gusta de tres clases de placeres: están los que extrae del fondo de su misma existencia; otros, que resultan de su unión con el cuerpo; y finalmente los que se fundan en las costumbres y prejuicios que ciertas instituciones, ciertos usos, le han hecho adoptar.
Son estos diferentes placeres de nuestra alma los que conforman los objetos del gusto, como lo bello, lo bueno, lo agradable, lo ingenuo, lo delicado, lo tierno, lo gracioso, el no sé qué, lo noble, lo grande, lo sublime, lo majestuoso, etc. Por ejemplo, cuando encontramos placer al ver una cosa con cierta utilidad para nosotros, decimos que es buena; cuando encontramos placer en verla, sin que discernamos una utilidad concreta, la llamamos bella.
Los antiguos no habían desentrañado esto correctamente; consideraban cualidades positivas a todas las cualidades relativas de nuestra alma, lo cual provoca que esos diálogos en los que Platón hace razonar a Sócrates, esos diálogos tan admirados por los antiguos, sean hoy insostenibles, porque se fundan en una filosofía falsa: pues todos esos razonamientos aplicados a lo bueno, lo bello, lo perfecto, lo sabio, lo loco, lo duro, lo blando, lo seco, lo húmedo, tratados como cosas positivas, ya no significan nada.
Las fuentes de lo bello, de lo bueno, de lo agradable, etc., están por ende en nosotros mismos; y buscar sus razones es buscar las causas de los placeres de nuestra alma.
Examinemos pues nuestra alma, estudiémosla en sus acciones y en sus pasiones, indaguémosla en sus placeres; allí es donde ella más se manifiesta. La poesía, la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, la danza, las diferentes clases de juego, en fin, las obras de la naturaleza y del arte, pueden darle placer: veamos por qué, cómo y cuándo se lo dan; intentemos explicar nuestros sentimientos: eso podrá contribuir a la formación de nuestro gusto, que no es otra cosa que la ventaja de descubrir, con delicadeza y prontitud, la medida del placer que cada cosa ha de proporcionar a los hombres.
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