Thursday, December 20, 2012

El año 2012 en la narrativa costarricense por Sergio Arroyo.



20 diciembre 2012


El año 2012 en la narrativa costarricense


Fin de año literario. Como es costumbre, a lo largo de los meses se publicaron ocasionalmente varios libros y al acercarse el fin de año, llegó la lluvia de publicaciones.

Lo más rescatable del 2012 en la literatura de Costa Rica es el continuado abandono del tradicional realismo social, para buscar nuevas formas de representar nuevas realidades. Mientras en otros años el género preferido para esto ha sido la ciencia ficción; en este ha sido la novela negra (una forma de la novela policial que problematiza sobre el trasfondo social e ideológico del crimen y, por ende, sobre la sociedad misma). A decir verdad, el 2012 deberá ser recordado como el año del establecimiento de la novela negra en Costa Rica.


Luego de un trabajo pionero de autores como Óscar Núñez Olivas (El teatro circular, 1997, Premio EDUCA) y Carlos Cortés (Cruz de olvido, 1999) en los últimos años el género recibió un fuerte espaldarazo al ser multipremiadas las novelas de Jorge Méndez-Limbrick Mariposas negras para un asesino yEl laberinto del verdugo, así como la novela de Daniel Quirós, Verano Rojo. Este año, sin el estímulo de premios ni de concursos, vio la publicación de las novelas: Ojos de muertos, de Guillermo Fernández; En la oscurana, de Rodrigo Soto; La huella de los zopilotes, de Francisco J. Dall'annse, que de hecho es una obra escrita por un penalista de profesión, y, finalmente, como síntoma de la madurez de un género, también tenemos la novela que parodia lo policial: Don Juan de los manjares, de Rafael Ángel Herra.

Lo más criticable del año ha sido una general falta de experimentación y de búsqueda estética. Si de algo podemos estar seguros es de que, en literatura, a pesar de lo que se diga, no todo está inventado. Sin embargo, sin la osadía de tratar de descubrir territorios nuevos, es imposible renovar verdaderamente la literatura costarricense.

Generalmente y a riesgo de incurrir en un estereotipo, son los más jóvenes quienes tienen el atrevimiento de experimentar. Sin embargo, en el 2012, han sido dos autores con trayectoria (Alexánder Obando y Fernando Contreras) quienes han explorado más las posibilidades de la narrativa, con sus dos respectivas obras. En el terreno del cuento, Obando publicó el libro Teoría del caos, un extenso volumen que recopila textos producidos a lo largo de más de veinte años (yalgunos de ellos publicados en distintas páginas web) que, en su conjunto, confirman a Alexánder Obando como uno de nuestros más destacados narradores, con algunas piezas que ya se pueden considerar como parte del canon del relato costarricense.

El microrrelato vio la aparición de la primera antología colectiva del género publicada en Costa Rica, como lo es la Antología del Premio Joven Creación 2012, premio que oficialmente da al microrrelato el status de género en nuestro país.

De todos los géneros literarios, es precisamente en el microrrelato en el que se publicó uno de los libros más atrevidos del año, se trata de la segunda entrega de micronarrativa del escritor Fernando Contreras, conFragmentos de la Tierra Prometida, que en un apretado centenar de páginas hace convivir un hervidero de géneros narrativos (anticipación, denuncia social, ¿novela fragmentada?) y una gran cantidad de de referencias culturales que dan lugar a sucesivas relecturas.


Otro elemento positivo fue la publicación de obras de jóvenes que reiteran que las nuevas generaciones sí tienen mucho que decir, como fue el caso de Carlos Alvarado Quesada y de Gabriel Gurdián.

Al terminar el año y realizar un balance de lo que nos dejó la literatura de este 2012, queda cierto sinsabor. Es evidente que, por fin, se está dando una transformación de los temas y las formas; sin embargo, uno siempre quisiera más.

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