Thursday, May 2, 2013
ARTE: desde un punto de vista filosófico. Ferrater Mora. Diccionario Filosófico.
En lo que toca a la disciplina filosófica
misma, la "filosofía del arte",
se ha discutido sobre si ella tiene métodos
y objetos propios distintos de
otra disciplina filosófica que se ocupa
asimismo del arte: la estética. Hay
que confesar que los límites son imprecisos.
Muchos de los libros que llevan
títulos tales como "Estética" γ
"Filosofía del arte" tratan, en rigor,
de los mismos problemas. Puede, sin
embargo, establecerse una distinción
razonable. Mientras la estética trata
de cuestiones relativas a ciertos valores
(clásicamente, de lo bello; luego,
de otros) y a ciertos lenguajes, dando
como ejemplos habitualmente las llamadas
"obras de arte", la filosofía del
arte trata de estas obras desde un
punto de vista filosófico apoyándose
en investigaciones estéticas. En otros
términos, puede decirse que mientras
la estética es siempre más "formal",
la filosofía.del arte es incomparablemente
más "material". La filosofía del
arte se halla situada, pues, entre la estética
y la crítica del arte. La distinción
aquí propuesta no pretente, claro
está, agotar las diferencias, a veces
muy sutiles, que existen entre varias
disciplinas que de algún modo o de
otro se ocupan del arte. J.-P. Weber
(La psychologie de fart, 1958, Introducción)
ha indicado, por ejemplo, que
hay que distinguir no solamente entre
estética y filosofía del arte, sino entre
cualquiera de ellas, la psicología del
arte y la ciencia del arte. Según dicho
autor, la estética se ocupa de ciertos
juicios de apreciación en tanto que se
aplican a ciertos valores (lo feo y lo
bello); la filosofía del arte es una
reflexión filosófica sobre el arte y no
sobre los objetos artísticos como tales;
la ciencia del arte se ocupa de las
reglas (variables) que presiden a la
elaboración de las obras de arte; la
psicología del arte es el estudio de los
estados de conciencia y de los
fenómenos inconscientes que concurren
a la creación y contemplación
de la obra artística. Todas y cada una
de estas disciplinas se distinguen, finalmente,
de la crítica de arte, que
estudia obras de arte en relación con
principios establecidos por la estética
(o por una determinada estética).
Aunque el modo como aquí concebimos
la filosofía del arte incluye partes
de lo que el citado autor califica
de psicología del arte, resulta de sus
distinciones que la filosofía del arte
se halla situada, de todos modos, entre
la estética y la crítica.
Es posible, por supuesto, tratar bajo
el epígrafe "filosofía del arte" ciertos
problemas de carácter más general.
En muchas ocasiones es indudable
que los mismos problemas que se
encuentran en las investigaciones estéticas
son llevadas a cabo asimismo
bajo el epígrafe "filosofía del arte".
Lo común, empero, es que mientras
la estética adopta un punto de vista
más "teórico" (aunque nunca exclusivamente
teórico), la filosofía del arte
adopta un punto de vista más
"empírico" (aunque nunca totalmente
empírico). A modo de ejemplo, y
complemento, discutiremos ahora brevemente
tres cuestiones: la naturaleza
del arte; la relación entre intuición y
expresión, y la estructura de la obra de
arte. Como los trataremos en forma
predominantemente teórica, puede
alegarse que sería mejor reservarlos
para el artículo "Estética". Sin embargo,
aun si se considera que los
problemas en cuestión y la forma de
tratarlos aquí pertenecen más bien a
la estética que a la filosofía del arte
—por lo menos si se tiene en cuenta
el modo como han sido antes distin-
guidas estas disciplinas—, es legítimo
incluirlos aquí, por cuanto todos ellos
se refieren al modo como puede entenderse
el arte. El artículo presente
se titula, en efecto, "Arte" y no "Filosofía
del arte". Ademas, por razones
de comodidad nos hemos limitado
en el artículo "Estética" a tratar
de los sentidos del término y de diversas
tendencias en estética. Puede,
así, reservarse para el presente artículo
el análisis de ciertos problemas que
no es hacedero incluir en otros lugares
de este Diccionario.
Muchas son las respuestas que se
han dado a la pregunta sobre lo que
es el arte. Cada una de las tendencias
en estética suele dar a dicha pregunta
una determinada respuesta. Aquí nos
confinaremos a algunas tesis que han
relacionado de algún modo la
cuestión de la naturaleza del arte a
la de la función que ejerce, o puede
ejercer, el arte en la vida humana.
Algunos autores han declarado que
el arte no proporciona ningún conocimiento
de la realidad, a diferencia de
la filosofía, y especialmente de la
ciencia, que se consagran al conocimiento.
Para apoyar esta tesis se suele
indicar que el arte no es un "contemplar"
(en el sentido general de
"teoría"), sino un "hacer". El arte no
pretende decir lo que es, o cómo es,
o por qué es, sino hacer que algo sea.
Esta tesis tiene mucho en su favor,
pero topa con varias dificultades. Por
un lado, aunque el arte no es, estrictamente
hablando, conocimiento, puede
proporcionar una cierta "imagen
del mundo". Se puede, en efecto,
"ver" el mundo de muy distintas maneras;
verlo desde el punto de vista
artístico o como materia para elaborar
obras de arte es una de ellas. Se
tiene, pues, un cierto conocimiento
del mundo por medio del arte — y es
lo que significa decir que el arte es
una cierta "revelación" del mundo.
Por otro lado, decir que el arte no es
conocimiento es insuficiente, pues
tampoco la religión es, estrictamente
hablando, conocimiento (en el sentido
filosófico y científico de este término)
y, sin embargo, no es arte. Y
decir que es un hacer es asimismo
insuficiente, pues hay muchos tipos
de hacer que no son arte.
Otros autores señalan que el arte es
una forma de "evasión". Esta explicación
es más psicológico-genética que
filosófica. Lo mismo sucede con la
idea según la cual el arte es una "necesidad"
de la vida humana. En todas
estas "explicaciones", además, lo que
se explica —o intenta explicar— es la
vida humana y no el arte. Más adecuada
es la definición del arte como
creación de valores — valores tales
como lo bello (o, según los casos, lo
feo), lo sublime, lo cómico, etc.,
etc. También nos parece más adecuada
—y no necesariamente incompatible
con la anterior— la tesis según
la cual el arte es una forma de
simbolización. Es menester, sin embargo,
precisar cómo se entiende esta
simbolización, e intentar ligarla con
ciertos procesos emotivos. Las teorías
puramente axiológicas, o puramente
simbolistas, o puramente "emotivas"
del arte dejan siempre escapar algunos
elementos esenciales de éste. Es
posible que la conjunción de estas teorías,
en cambio, permita dar cuenta
de la gran riqueza de manifestaciones
del arte, tanto de la producción
artística como del goce e interpretación
de ésta.
La segunda cuestión aquí referida
—la de la relación entre intuición y
expresión— ha sido tratada desde diversos
puntos de vista. Ciertos autores
sostienen que el arte es esencialmente
intuición y que, en último término,
esta intuición es "inefable" o
por lo menos "intraducibie". Los símbolos
usados son entonces considerados
como algo humanamente necesario,
pero de alguna manera impuro.
La intuición es aquí una especie de
"forma pura" que usaría la expresión
como una materia siempre inadecuada.
Otros mantienen que el arte es
esencialmente expresión y que lo que
importa son los medios expresivos y
lo que puede hacerse con ellos. Finalmente,
otros declaran que intuición
y expresión son igualmente necesarias.
Nos hemos referido a este punto
con más detalle en el artículo sobre
Obra literaria (v.).
El último problema es el de la estructura
de la obra de arte como
objeto del juicio estético. Varias sentencias
se han manifestado al respecto,
de las cuales tres son especialmente
corrientes: la que considera la obra de
arte como algo hecho o como el
producto de un hacer; la que la considera
como el resultado de un proceso
de simbolización y la que la concibe:
como el término de una actividad expresiva.
Cada una de estas tesis posee,
sin duda, sus particulares razones y
hechos que la apoyan, pero a la vez
cada una de ellas parece necesitar ser
complementada por las otras. Es lo
que ha visto Milton C. Nahm al señalar
(art. y op. cit. infra) la necesidad
de formular una teoría que, teniendo
en cuenta las doctrinas anteriores
en tanto que complementarias,
no sea tampoco una mera composición
ecléctica de ellas. Al respecto, Nahm
ha señalado las siguientes seis características
de la obra de arte, previas a
toda ulterior interpretación: 1a La
obra de arte es, morfológicamente,
una "forma significativa concreta":
concreta en tanto que material; significativa
en tanto que implicando signos;
forma en tanto que expresada. 2a
La obra de arte es un "acontecimiento"
realizado o actualizado por los poderes
creadores del contemplador estético,
una estructura que relaciona el
artista y el contemplador de su obra.
3a Las diferencias para los juicios de
hecho (correspondientes a la obra de
arte o artefacto en contraste con la
obra de arte como "obra bella") son
proporcionadas por las tres funciones
de la estructura del arte: el hacer, el
expresar y el simbolizar. 4a Hay una
"dirección" que va del mero artefacto
a la obra de arte propiamente dicha,
paralela a la dirección que va de los
juicios de hecho a los juicios de valor.
5a La característica anterior permite
introducir las correcciones necesarias
para evitar el nominalismo propio
de los que sostienen el carácter
"no significativo" de toda obra de
arte como tal. 6a Es preciso determinar
siempre los "niveles" mediante
los cuales la expresión genérica, el
símbolo genérico y la acción genérica
se dirigen hacia la individualización
en lo que toca a los juicios de
hechos.
Konrad Lang, Das Wesen der Kunst,
1901. — Richard Müller-Freienfels,
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poesía, 1955. — J. Ferrater Mora,
"Reflexiones sobre la poesía", en
Cuestiones disputadas, 1955, págs. 93-
102. — Respecto al concepto de lo
bello véase bibliografía del artículo
BELLO.
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