Eluard, Paul (1895-1952)
Escritor francés. Poeta francés nacido en St. Denis. Su verdadero nombre era Eugène Grindel. Su poesía es esencialmente lírica, aunque siempre basada en asuntos cotidianos y experiencias dramáticas de su propia vida. Durante la década de los años 20 y principios de los 30, Eluard se entregó a la experimentación poética y junto con Breton, Soupault y Aragon dio vida al movimiento surrealista, publicando Morir de no morir (1924), Capital del dolor (1926) y Los ojos fértiles (1936). El sueño frente a la realidad y la libre expresión del pensamiento se reflejan en sus poemas surrealistas de este periodo. Más tarde, influido por la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial, escribió poemas de contenido más político como Poesía y verdad (1942) y En la corte alemana (1944), en los que regresa a formas estilísticas más tradicionales.
Fuente: N.N.
(Fragmento).
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PRIMERAMENTE
I
En voz alta
Se elevó el amor ligero
Con tan brillante esplendor
Que en su desván la cabeza
Tuvo miedo a confesar todo.
En voz alta
Cubrieron los cuervos de la sangre
La memoria de otros nacimientos
Después derramados en la luz Futuro pulverizado de besos.
Imposible injusticia sólo un ser existe en el mundo
El amor elige al amor sin cambiar de rostro.
II
Sus ojos son contornos de luz
Bajo la osadía de su desnudez.
A flor de transparencia
Los cambios de pensamiento
Anulan las apagadas palabras.
Ella eclipsa todas las imágenes
Deslumbra al amor y sus sombras rebeldes
Ama - ama para olvidarse.
III
Los todopoderosos representantes del deseo
De los graves ojos recién nacidos
Para suprimir la luz
El arco de tus senos tendido por un ciego
Que se acuerda de tus manos
Tu suave cabellera
Son en el río ignorante de tu cabeza
Caricias al filo de la piel.
Y tu boca que enmudece
Puede probar lo imposible.
IV
Te lo he dicho para las nubes
Poemas de amor Paul Éluard
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Te lo he dicho para el árbol del mar
Para cada ola para los pájaros entre las hojas
Para los guijarros del ruido
Para las manos familiares
Para la mirada que se hace rostro o paisaje
Y a quien el sueño devuelve el cielo de su color
Para la noche entera bebida
Para la verja de los caminos
Para la ventana abierta para una frente descubierta
Te lo he dicho para tus pensamientos para tus palabras
Toda caricia toda confianza se sobreviven.
V
Más era un beso
Menos las manos en los ojos
El halo de la luz
En los labios del horizonte
Y unos remolinos de sangre
Que se entregaban al silencio./
VI
Tú sola y oigo la hierba de tu risa
Tú la cabeza que te conduce
Y desde la circa de los peligros de muerte
Sobre los brumosos globos de la lluvia de los valles
Bajo la densa luz bajo el cielo de la tierra
Engendras la caída.
Los pájaros ya no son un refugio suficiente
Ni la pereza ni el cansancio
El recuerdo de los débiles arroyos y los bosques
En la mañana de los caprichos
En la mañana de las caricias visibles
En la aurora de la ausencia y la caída
Las barcas de tus ojos se pierden
En el encaje de las desapariciones
El abismo se ha revelado otros han de apagarlo
Las sombras que tú creas no tienen derecho a la noche.
VII
La tierra es azul como una naranja
No es ningún error las palabras no mienten
No os obligan a cantar
Poemas de amor Paul Éluard
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Y en vez de oírse unos besos
Unos insensatos amores
Su boca de alianza
Tiene todos los secretos todas las sonrisas
Y tan indulgentes vestidos
Que se le creería del todo desnuda.
Las avispas florecen de verde
El alba se coloca en torno al cuello
Un collar de ventanas
Y unas alas envuelven a las hojas
Tú tienes toda la alegría solar
Todo el sol de la tierra
Sobre los caminos de tu belleza.
VIII
Mi amor por haber figurado mis deseos
Puesto tus labios en el cielo de tus palabras como un astro
Tus besos en la noche viva
Y en torno a mí la estela de tus brazos
Como una llama en señal de conquista
Mis sueños son en el mundo
Claros y eternos
Y cuando tú no estás
Sueño que duermo sueño que sueño
IX
Donde la vida se contempla todo está sumergido
Por encima de las coronas del olvido
El vértigo en el corazón de las metamorfosis
Una escritura de algas solares
El amor y el amor.
Tus manos hacen el día entre la hierba
Tus ojos hacen el amor en pleno día
Con las sonrisas en el talle
Y tus labios en las alas
Te colocas en el lugar de las caricias
Te colocas en el lugar de los sueños.
X.
Tan serena apagada calcinada la piel gris
Poemas de amor Paul Éluard
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Predilecta de la noche presa en sus flores de escarcha
Apenas contiene de la luz sino las formas.
Sentirse enamorada le hace estar hermosa
Sin tener que esperar la primavera.
El cansancio la noche el descanso el silencio
Todo un mundo viviente entre los astros muertos
Con la confianza en la pervivencia
Ella está siempre visible cuando ama.
XI
Ella no sabe tender lazos
Tiene los ojos en su belleza
Tan simple tan simple es seducir
Y son sus ojos quienes la encadenan
Y es sobre mí en quien se apoya
Y es sobre ella sobre quien arroja
La red voladora de las caricias. .. ~/
XII
La mentira que amenaza las tenaces y arriesgadas astucias
Las bocas al fondo de los pozos los ojos al fondo de las noches
Las súbitas virtudes las redes que se arrojan al azar
Los deseos de inventar ardides admirables
Las guadañas las trampas entre los cuerpos entre los labios
Las paciencias macizas las impaciencias calculadas
Todo lo que se impone y reina
Entre la libertad de amar
Y la de no amar
Todo lo que tú desconoces.
XIII
Enamorada en secreto detrás de tu sonrisa
Desnuda las palabras de amor
Descubren tus senos y tu cuello
Tus caderas y tus párpados
Descubren todas las caricias
Para que los besos en tus ojos
Te muestren en toda tu estatura.
XIV
El sueño ha apresado la huella
Poemas de amor Paul Éluard
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Y el color de tus ojos
XV
Se inclina sobre mí
Corazón ignorante
Para ver si la amo
Confía olvida
Bajo las nubes de sus párpados
Su cabeza se duerme en mis manos
Donde estamos
Juntos inseparables
Vivientes vivos
Vivientes viviendo
Y mi cabeza rueda en sus sueños.
XVI
Bocas ávidas de los colores
y de los besos que las dibujan
Llama hoja agua sensible
Un ala las mantiene en su palma
Una risa les derriba.
XVII
Con una sola caricia
Te hago brillar con todo tu resplandor.
XVIII
Vaivén de carne pasto tembloroso
En las orillas de la sangre que desgarran el día
Perseguida por la sangre nocturna
Desmelenada la garganta presa de los abusos de la tempestad
Víctima abandonada por las sombras
Por los pasos más suaves y los límpidos deseos
Su frente no será ya el reposo seguro
Ni sus ojos la gracia de soñar con su voz
Ni sus manos las manos que liberan.
Ahechada, de pasión ahechada de amor sin amar a nadie .
Ella se forja incomensurables dolores
Y todas sus razones para sufrir desaparecen
Poemas de amor Paul Éluard
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XIX
Una brisa de danzas
Por un camino sin fin
Los pasos de las hojas más veloces
Las nubes esconden tu sombra.
La boca de fuego de armiño
De hermosos dientes el fuego
Caricia color de diluvio
Tus ojos persiguen la luz.
El rayo rompe el equilibrio
Las lanzaderas del miedo
Dejan caer la _noche
Al fondo de tu imagen.
XX
Al alba te amo la noche entera en mis venas
La noche entera mirándote
Teniendo que adivinar todo seguro de las tinieblas
Que me conceden el poder
De envolverte
De agitar tu deseo de vivir
En el seno de mi inmovilidad
El poder de revelarte
De liberarte de perderte
Llama invisible en la claridad.
Si te vas la puerta se abre sobre el día
Si te vas la puerta se abre sobre mí.
XXI
Nuestros ojos intercambian su luz
Su luz y el silencio
Hasta no reconocerse
Hasta sobrevivir a la ausencia
XXII
Con la frente en el cristal como a quien hace velar la pena
Cielo cuya noche he traspasado
Diminutas llanuras en mis manos abiertas
En su doble horizonte inerte a insensible
Con la frente en el cristal como a quien hace velar la pena
Poemas de amor Paul Éluard
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Yo te busco más allá de la espera
Más allá de mí mismo
Y no sé -tanto te amo-
Cuál de los dos se halla ausente.
XXIII
Viaje del silencio
Desde mis manos a tus ojos
Y entre tus cabellos
Donde unas doncellas de mimbre
Se adosan al sol
Mueven los labios
Y dejan a la sombra de cuatro hojas
Alcanzar su cálido corazón de sueño.
XXIV
La habitual
Simula felicidad como el que simula ser ciego
El amor incluso cuando apenas en él se piensa
Ella está en la ribera y en todos los brazos
Eternamente
Y a su merced se halla el azar
Y el sueño de los ausentes
Ella sabe que vive
Todas las razones de vivir.
XXV
Me separé de ti
Pero el amor me acompañó siempre
Y cuando le tendí los brazos
El dolor se hizo más amargo
Todo un árido desierto
Por separarme de mí mismo.
XXVI
He cerrado los ojos para no ver nada
He cerrado los ojos pare llorar
Por no verte.
Dónde están tus manos las manos de la caricia
Poemas de amor Paul Éluard
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Dónde están tus ojos la voluntad del día
Tú perdido todo ya no estás aquí
Para iluminar la memoria de las noches.
Yo perdido todo solo me veo vivir.
XXVII
Los cuervos aletean por los campos
La noche se apaga
Para una cabeza que se despierta
Los blancos cabellos el último sueño
Las manos se hacen luz de su sangre
De sus caricias
Una estrella llamada azul
Y cuya forma es terrestre
Enloquecida por los aullidos
Enloquecida por los sueños
Enloquecida por los capelos . del. ciclón fraterno
Infancia enloquecida por los fuertes vientos
Cómo harías la hermosa la coqueta
No se reirá más
La ignorancia la indiferencia
No revelarán su secreto
Tú no sabes saludar a tiempo
Ni compararte con las maravillas
Pero me oyes
Tu boca comparte mi amor
Y es por tu boca
Detrás del vaho de nuestros besos
Por donde estamos unidos.
XVIII
Roja enamorada
Para compartir tu placer
Yo me tiño de dolor.
Yo he vivido tú cierras los ojos
Te encierras en mí
Acepta entonces vivir.
Todo lo que se repite es incomprensible
Tú naces en un espejo
Delante de mi antigua imagen.
Poemas de amor Paul Éluard
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XXIX
Seria preciso que un solo rostro
Respondiera por todos los nombres del mundo.
SEGUNDA NATURALEZA
I
De rodillas la juventud de rodilla la cólera
El insulto sangra amenaza ruinas
Los caprichos no tienen ya corona los locos
Viven pacientemente en el país de todos.
El camino de la peligrosa muerte está cortado
Por soberbios funerales
El esparto es cortés la miseria encantadora
Y el amor hace reír a los obesos inocentes.
Adornos naturales elementos de música
Virginidades de barro artificios de mono
Respetable fatiga honorable fealdad
Trabajos deliciosos donde el olvido se sacia.
El sufrimiento se halla aquí por casualidad
Y somos el suelo donde todo se ha edificado
Y estamos en cualquier parte
Donde se eleva el cielo de los demás.
Allí donde negarse a vivir es inútil.
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