Saturday, February 25, 2012

JOSÉ GARCÍA NIETO: PREMIO CERVANTES 1996.


Premio Cervantes 1996
JOSÉ GARCÍA NIETO
Poeta español
(Iria Flavio, La Coruña, 1916 – Madrid, 2002)
Su infancia la pasa en Soria y Toledo.
Estudia el bachillerato en Toledo y Madrid. Inicia Estudios Superiores de Matemáticas,
que abandona. Finalmente, se licencia en Periodismo. En 1936 obtiene una plaza
como oficial de secretaría en el Ayuntamiento de Chamartín de la Rosa. En 1939 es
detenido en dos ocasiones y, aunque es absuelto ambas veces, pierde su puesto en el
Ayuntamiento y es movilizado. En 1940 se le restituye su plaza y publica su primer libro,
Víspera hacia ti.
En 1943 aparece el primer número de la revista Garcilaso, de la que es fundador y
director, seguramente el más importante medio de expresión de la generación
poética de la posguerra española, que pretendió mantener la tradición literaria
autóctona libre de influencias extranjeras. En torno suyo se constituye el grupo de la
llamada "Juventud Creadora".
Por esos años, acude a la tertulia del Café Comercial en la Glorieta de Bilbao. Conoce
a R. Sánchez Mazas, a P. Mourlane Michelena, a José María Alfaro, a Camilo José
Cela. Con este último viaja en 1944 a las Navas del Marqués, donde pasan unos días.
Ello da origen a los Versos de un huésped de Luisa Esteban. Al año siguiente publica
Retablo del ángel, el hombre y la pastora, y Toledo. El Retablo se estrena en el Teatro
Español de Madrid.
En 1946, año en que se deja de editar la revista Garcilaso, publica Del campo y
soledad. En 1950 obtiene el Premio Adonais el libro titulado Dama de soledad, del que
es autora Juana García Noreña. Se sospecha, no obstante, que su autor, según las
iniciales del nombre y apellidos de la ganadora, es José García Nieto.
Se le concede el Premio Nacional de Literatura "Garcilaso" por su libro Tregua. Es
nombrado secretario general de la revista Mundo Hispánico del Instituto de Cultura
Hispánica. En este mismo año se publican, en dos tomos (Primer libro de poemas,
Segundo libro de poemas), todos sus libros publicados hasta ese año excepto Tregua.
En 1951 aparece el primer número de Poesía Española, de la que José García Nieto es
director. En 1955 obtiene el premio Fastenraht de la Real Academia Española por
Geografía es amor, que también será galardonado con el Premio Nacional de
Literatura. Se publica La red.
En 1962 publica Corpus Christi y seis sonetos y, al año siguiente, Memorias y
compromisos. En 1970 publica Los tres poemas mayores, libro compuesto por El parque
pequeño, Elegía en Covaleda y La hora undécima. En 1976, recibe el Premio Francisco
de Quevedo del Ayuntamiento de Madrid por su libro Sonetos y revelaciones de
Madrid.
Publica Los cristales fingidos en 1978. Se jubila como archivero del Ayuntamiento de
Madrid. Se le rinde un homenaje en Madrid, cuya convocatoria firman más de treinta
escritores y al que asisten más de doscientas personas.
En 1982 es elegido académico de la Real Academia Española. Se publica en la
colección Austral un volumen que contiene Tregua, La red y Geografía es amor.
Obtiene, en 1986, el premio de periodismo Mariano de Cavia y, en 1987, el Premio de
Periodismo César González Ruano. En 1988, obtiene el VI Premio Mundial Fernando
Rielo de Poesía Mística con su libro Carta a la madre.
Una enfermedad le obliga a dejar su cargo de Secretario de la Real Academia
Española. Publica el poema inédito "Soneto a Madrid" en el libro Madrid: Historia. Arte.
Vida. El Alcalde de Madrid le concede, en 1993, la Medalla de Oro de la Villa de
Madrid. En 1996 recibe el Premio Cervantes.
José García Nieto ha publicado también numerosos cuentos para niños, entre ellos
Pipepaco en la selva (1960), Copien trescientas veces, El titiritero, ¡Guau....,guau....,!,
Josito, el descontento y muchos otros. Se le deben también numerosas adaptaciones
de teatro clásico y de obras para el cine.


CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1996
Discurso de JOSÉ GARCÍA NIETO

- 1 -
Es para mí un alto honor, no exento de responsabilidad aceptada gustosamente,
dirigirme a Vuestras Majestades para agradecer en nombre del Excelentísimo Señor e
Ilustre poeta don José García Nieto la distinción de que ha sido objeto al concedérsele el
premio Cervantes.
Las circunstancias personales de nuestro poeta galardonado le impiden (aunque
contamos con su presencia) subir a esta cátedra y con la galanura de su estilo y el
entonado y grave tono de voz que siempre ha tenido, exponer las múltiples razones de
agradecimientos que siente al verse distinguido por tan alto galardón.
Serán, pues, mi persona y mi palabra las que representen a las suyas. Pero lo haré con la
sola y grata misión de transmitir en su nombre y con sus propias palabras toda la alegría
y la honra que hoy inundan su corazón.
El primer deseo que me ha transmitido ha sido el de manifestar su convencimiento de
que al otorgársele este alto honor que supone la concesión del premio Cervantes "Se ha
querido (dice) rendir tributo y homenaje a todos los poetas que, surgidos en la década de
los años cuarenta, comenzaron a crear su obra en esos años tan atribulados y
conflictivos de la moderna historia de España".
Piensa, con esa nobleza de espíritu y esa grandeza de intenciones que siempre le han
distinguido, que "cualquiera de los poetas de mi generación, todos amigos personales y
admirados como líricos, hubiera sido merecedor de este premio. Con ellos conviví, con
ellos me lancé a ese difícil camino de la poesía y de ellos aprendí a soportar las "iras del
espíritu" frente a una sociedad que acuciada por necesidades más urgentes, veía la
poesía como un quehacer inocuo al no poder valorarla en toda su absoluta y redentora
dimensión.
Así, pues, manifiesto públicamente mi agradecimiento más sincero a todos y cada uno
de los miembros del jurado que decidió concederme tan distinguido galardón". El
Premio Cervantes tiene además para nuestro poeta, un valor añadido: el que le otorga su
denominación. Y manifiesta:
"Cuando pienso en Miguel de Cervantes, gloria de las letras hispanas, no sólo tengo en
cuenta al dramaturgo que saliéndose de los límites de su llaneza dijo: "que se vieron en
los teatros de Madrid representar Los tratos de Argel, que yo compuse, La destrucción
de Numancia y La batalla naval, donde me atreví a reducir las comedias a tres jornadas,
de cinco que tenían; mostré, o, por mejor decir, fui el primero que representase las
CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1996
Discurso de JOSÉ GARCÍA NIETO
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imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma, sacando figuras morales al
teatro, con general y gustoso aplauso de los oyentes..."
Ni recuerdo sólo al gran escritor que "como novelista es el maestro del género en la
literatura moderna universal, creador de varias de sus formas y autor, en el Quijote, de
la más famosa, profunda y original de sus manifestaciones". Sino que tengo presente,
sobre todo, el Cervantes poeta quien, "con su habitual modestia y preocupado por su
propia poesía y también por su tendencia al riguroso autoanálisis de su vida y escritos",
llegó a decir de sí mismo:
Yo, que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo.
Versos que, por otro lado, como la crítica ha puesto de manifiesto, "encubren una ironía
bajo su fingida humildad".
Ese Cervantes es el que nuestro galardonado siente en lo más profundo de su alma, y
con el que tiene algunos puntos comunes:
"Porque yo, como Cervantes, creo que la poesía "es como una doncella tierna y de poca
edad, y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar
otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas,
y todas se han de autorizar con ella".
Y porque Miguel de Cervantes fue un gran admirador de Garcilaso, admiración que no
se demuestra tan sólo en las huellas que su propia obra ofrece, sino también en los
elogios que del autor de las Églogas vierte a lo largo de su prosa.
Así, dice Persiles cuando llega a las orillas del Tajo, junto a Toledo: "No diremos: Aquí
dio fin a su cantar Salicio, sino: Aquí dio principio a su cantar...; aquí sobrepujó en sus
églogas a sí mismo; aquí resonó su zampoña, a cuyo son se detuvieron las aguas de este
río, no se movieron las hojas de los árboles, y parándose los vientos dieron lugar a que
la admiración de su canto fuese de lengua en lengua y de gente en gentes por todas las
de la tierra...".
Podemos decir, pues, que Cervantes fue el primer garcilasista de nuestra historia
literaria y que mi poesía fue una de la que con más entusiasmo, a principios de los años
cuarenta, alabó la belleza y el sentimiento de la obra del poeta toledano.
Cuando en los años inmediatos a la terminación de la nuestra guerra civil española, un
grupo de muchachos pusimos en la revista Garcilaso el resumen de una serie de
encuentros donde se recogieron tanto nuestros primeros poemas como como las
primeras consecuencias que podíamos haber encontrado en nuestro apasionado contacto
con la Poesía, no pensamos nunca ni dictar un programa, ni agrupar en torno nuestro
unos nombres que estrecha y escolásticamente se consideraran sustentadores de unos
principios por nosotros promulgados.
Éramos jóvenes y se había mutilado nuestra formación: se habían sustituido unos años
preciosos de aula y biblioteca por otras experiencias, trágicamente importantes,
- 3 -
dolorosamente aleccionadoras. No eran tiempos de crítica ni siquiera de reflexión. Pues
bien, Garcilaso, nos parecía algo así como una palanca para alzar con más fuerza, mejor
con toda su fuerza, la continuidad de la poesía española. Y vimos, eso sí, que el poeta
toledano servía de símbolo y referencia para algunas actitudes que de pronto se nos
aparecían vivas y urgentes como nunca. Nos servían su juventud, su combatividad y su
muerte. No servían su "dulce discurrir", su sencillez, su armonía, su sosiego, su
belleza".
Igual que admiraba a Garcilaso, estimulaba desde la revista de ese mismo nombre (y
desde otras que dirigió posteriormente) a los jóvenes poetas que iniciaban sus pasos en
el difícil y arriesgado camino de la poesía. Siempre apoyó a los poetas jóvenes porque
en ellos veía la evolución y el futuro de la lírica cuando se escribe libremente como él
mismo hacía. Y así dice:
"La poesía es para mí una forma total de vida y una forma de conocimiento. Creo en
ella, aunque no la encuentre en mí. Sé bien dónde está la poesía de los demás. Con la
poesía a veces creo que soy un elegido por entender, por explicar el mundo con su
esencia. Yo no soy el de ayer, y la poesía tampoco lo es. Creo que soy un buen lector de
poesía y, acaso no un hacedor de poesía. Eso sí, escribo con independencia, y soy
incapaz de traicionarme o mentirme en un poema". Si "la experiencia poética es" -como
se ha dicho- "avanzar tan lejos como uno pueda (tan lejos como uno se atreva) hacia la
aventura", la experiencia poética del galardonado ha avanzado valientemente por un
pedregoso camino, asediada por cientos de peligros, resistiendo miles de seducciones
hacia el incierto destino que hoy es su obra. Se diría que fiel a lo que afirmaba
rotundamente Stein sobre que la poesía es esencialmente el descubrimiento, el amor, la
pasión por el nombre de las cosas, José García Nieto ha desarrollado ese
descubrimiento, ese amor, esa pasión a través de la mirada.
"Soy un mirador. El "Miradero" se llama un paseo de Toledo, que tiene una larga
barandilla que da a un dilatado paisaje con el Tajo hundido, con el río perdiéndose en el
fondo. Yo he aprendido a mirar desde allí. Yo he mirado siempre. Yo tengo muy
ejercitada mi capacidad de observación. Me he acostumbrado a mirar el mundo, a
aprendérmelo con los ojos. Mirar es mi oficio, una manera de entendimiento. He mirado
muy despacio, muy de cerca, las piedrecillas de las playas; los fondos de las fuentes; la
estructura de la nieve: el resplandor de una piel".
Desde esa postura humilde y amorosa José García Nieto ha ido creando su obra a lo
largo de más de cincuenta años de vida de poeta. Siempre fue exigente y honesto
consigo mismo y generoso y desinteresado con los demás, porque así lo aprendió de sus
maestros, que son, como confiesa: "El primero, claro está. Garcilaso, y San Juán de la
Cruz es el milagro de la palabra. No se puede llegar a más hablando. Por él se explica
que el lenguaje pueda ser más que la pintura, más que la música. ¿Lo divino? ¿Lo
humano? No sé. En él es todo lo mismo. La distancia más corta, infinitesimal, entre
criatura y espíritu está aquí. Rubén Darío es total, siempre digo que sin él hubiese sido
otra la poesía en español. Juan Ramón es la poesía, así, sin más. En él está la poesía. La
delgadez de su palabra es infinita y de imposible remedo. Antonio Machado es un
amigo mayor, un conductor de sensibilidades. Después de leerlo, indudablemente, nos
sentimos mejores".
Y otros muchos autores antiguos y modernos.
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Estos juicios vertidos por José García Nieto dan una clara idea de breviario lírico en el
que junto a la palabra Poesía figuran, también con mayúsculas, las palabras Verdad,
Emoción y Belleza. "La palabra del poeta -dice José García Nieto- es un instrumento
valiosísimo en cuanto es portadora de paz, y de armonía, de fe y de entendimiento para
todos los hombres de "todos los tiempos" -que en definitiva son los mismos- y nunca
debe utilizarse como arma de segundos intereses. Lo peor que puede ocurrirle a un
poeta es que confundan su misión de enriquecer la Humanidad desde lo más puro de sus
sentimientos, con la de alimentar de manera excluyente las sensibilidades de
determinados hombres. El político y el sociólogo saben bien que caminan hacia metas si
no fijas, sí susceptibles de programación, pero el poeta sabe que no hay meta posible.
Dejemos a los poetas, no en su "torre de marfil", sino en su "cárcel de amor", en su
"soledad sonora" -que dijo San Juan de la Cruz-, donde la orilla de la esperanza ilumina
y aclara a los demás. No los obliguemos en su canto ni condicionemos su mensaje:
Hasta que llegue. ¿Quién? El poema, ¿Por dónde?
¿De qué lugar? ¿Sirviendo a qué gota de amor?
Y, así, libre en su canto, sin condicionamientos, nuestro poeta fue poniendo en verso día
a día todo lo que guardaba en el alma. Comenzó con una Víspera hacia tí donde el
pronombre personal del título debe leerse como un "nosotros" solidario porque, desde
entonces, a todos han estado dirigidas las meditaciones líricas que encierra su obra.
Meditaciones, principalmente, sobre tres pilares esenciales en toda poesía: Amor, Dios
y paisaje patrio.
"Soy un hombre amoroso. Creo que el amor mueve el mundo. Y todos deberíamos
respetar más el amor, cualquier amor, en todos los demás:
Arrojado a la luz madrugadora,
me muero niño y soy todo un deseo
de varón en continuo jubileo
hacia tu corazón de ruiseñora.
También soy un ente religioso. "Dios está aquí..." es el principio de un canto religioso.
Yo cantaría "Dios está ahí...". Es una cuestión de distancia. He tenido una fe sencilla y
oracional, que va cambiando con el tiempo. Pero esto, Él lo sabe. Y espero que a mi
debilitación se asome su misericordia, que creo infinita, porque es hermoso que lo crea.
El poeta ha visto cerca como nunca la condición de finalidad de las cosas, ha buscado
también como nunca en ellas su vestigio de inmortalidad, ha buscado en ellas, en él
mismo y en su palabra la huella primera de la divinidad. Antes de todo era la esencia y
en ella se derramó sobre todo, y en todo está todavía para el que sepa descubrirla. Si,
Dios estaba como estuvo siempre en las cosas:
Gracias, Señor. porque estás
todavía en mi palabra;
porque debajo de todos mis puentes
pasan tus aguas.
Conozco España palmo a palmo. He preferido la montaña porque es más silenciosa que
el mar; el paisaje de la tierra es más asequible y puedes adueñarte de él. El mar me ha
podido siempre. Soy vecino del mar. Un entrañado en la tierra. Los ríos, ¡ah, los ríos!.
Esos arroyos pequeños. "Corrientes de aguas puras, cristalinas...":
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Esto que tienes ante ti,
hijo mío, es España.
No podría decirte -yo no puedo,
al menos, con palabrascómo
es su cuerpo duro, cómo es su cara trágica,
cómo su azul cintura, extensamente
humedecida y agitada.
Yo sé, Majestades, que he cantado muchas veces sin estar en verdadera situación de
pureza. He escrito por amor, he escrito por fastidio; lo he hecho hasta por pequeños
compromisos. He tenido tal holgura y he puesto tanta libertad sobre mi obra que no he
temido ni a perderme un poco en ella.
Creo que la misión de la poesía -al menos de mi poesía- no es tanto "despertar
conciencia" de una manera inmediata y polémica, como despertar sensibilidad. No creo
que sea misión de los poetas abrir los caminos del odio sino del amor.
Estas son las hermosas palabras del nuevo Premio Cervantes, José García Nieto.
Alcalá de Henares 23 de abril de 1997

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