Friday, January 18, 2013

CANTOS DE SIRENA.


En un libro ya clásico en su tema, La ciudad y la noche: Narrativa latinoamericana contemporánea (2006), Margarita Rojas González definió las características de las actuales narraciones en nuestros países. Los años siguientes han confirmado sus aciertos. Para la autora, un considerable número de cuentos y novelas se sitúa en ciudades-laberinto, tierras de nadie donde deambulan personajes conflictivos que trajinan en historias sin final feliz. San José es uno de esos escenarios, y sobre esta ciudad-personaje conversamos.

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Margarita Rojas es profesora de literatura de la Universidad Nacional e, individualmente y en coautoría, ha publicado estudios esenciales sobre las letras de Costa Rica.
–Usted propone que, para los narradores recientes, el espacio es la ciudad, y el tiempo, la noche: elementos inquietantes. ¿Añadiría que ese espacio es un laberinto sin salida?
–Podría interpretarse así en vista de que, analizando los relatos, también concluía que la ciudad es “inevitable”: el protagonista la odia, pero al mismo tiempo no puede dejar de vivir en ella.
”La ciudad no es solamente un ambiente donde suceden los hechos; además, la oposición entre la ciudad y el ambiente rural revela que la urbe es más compleja, posee más niveles –horizontales y verticales: subsuelo, sótanos, estaciones de metro subterráneas– y más recovecos donde esconderse. Si a esto sumamos que el tiempo preferido es la noche, el espacio se hace todavía más laberíntico”.
–Si una ciudad puede ser “protagonista”, ¿cómo es San José en las narraciones de los últimos cinco años?
–El tema de San José es muy interesante pues, al leer las novelas y los cuentos publicados en los últimos cinco años, he seguido comprobando que el ambiente preferido de los escritores no es solo San José, es una zona específica: Barrio Amón y sus alrededores.
”Incluso se escriben tesis universitarias sobre esa parte de la capital, y esto tiene una razón: como dije en La ciudad y la noche, la narrativa contemporánea prefiere tres tipos de espacios, y, en uno de estos, el lugar se vincula de una manera especial con la Historia.
”Son lugares que los protagonistas descubren a lo largo de sus pesquisas y que encierran una relación especial con la Historia; ¿y cuáles barrios mejores que Amón, Otoya, Aranjuez, para encontrar la única parte histórica de San José?
”Es decir, esos tres barrios constituyen casi la única zona que conserva elementos arquitectónicos que se pueden ligar con un pasado, además de los grandes monumentos, teatros, museos, etcétera”.
–¿Hay rasgos propios de San José en comparación con las urbes de otras novelas hispanoamericanas?
–La presencia de San José en la narrativa contemporánea no remite a la ciudad de San José como es en la realidad; significa otra cosa, y esto es lo interesante: ver cómo los escritores proponen una visión de la ciudad.
”Una aclaración: la ciudad es un elemento fundamental en el arte contemporáneo, no solo en la literatura costarricense; es cuestión de revisar un poco el cine de varios países, y se comprueba en películas como Pulp Fiction, L. A. Confidential, Amores perros, Los sospechosos usuales, Nueve reinas y Ciudad de Dios.
”Segundo: la ciudad literaria no es la ciudad real; es el exterior del individuo que la observa y la recorre y, al hacerlo, se observa a sí mismo. Por esto, casi todos los individuos en las obras son seres solitarios, y la actividad permanente de los personajes de estas novelas y estos cuentos es deambular por las calles sin salir a otros sitios y sin permanecer en las casas”.
–¿Hay libros de cuentos que lo muestren?
–Sí; se han publicado ya dos antologías tituladas San José oculto, de la editorial Andrómeda, y hay muchos ejemplos más. Ahora bien, ¿qué ven los personajes cuando deambulan en la noche por San José? Generalmente se encuentran con situaciones violentas, las relaciones de pareja nunca resultan bien, y entre la gente predomina la incomunicación. El encuentro con estas situaciones o personas sucede debido al azar pues no hay una causalidad que explique el hecho.
–¿Por qué ocurre así?
–Porque se ha abandonado la perspectiva historicista, que buscaba, en la Historia, una causa que explique los hechos. Entonces, los encuentros con la violencia son casuales.
–Usted encuentra que, en aquellas narraciones, no hay elementos de utopías políticas ni ecologistas. Sin embargo, algunas novelas recientes de Costa Rica denuncian también la injusticia y la corrupción política.
–Eso es muy interesante. Cuando empecé la investigación sobre esta narrativa, en las universidades se hablaba mucho de posmodernidad y muy a menudo se la asociaba con un posición ideológica –digamos– no comprometida; pero fue un juicio emitido a priori, sin estudiar realmente las obras.
”Evidentemente, entre los escritores hay posiciones distintas, matices; pero, en general –y esta es la distinción interesante–, no creer en utopías de ningún tipo no implica no creer que debe denunciarse lo que se considera incorrecto.
”Ejemplos sobran, como las novelas de Horacio Castellanos Moya, sobre las pasadas décadas, tan violentas, en El Salvador, que revelan claramente el desencanto por la solución política al mismo tiempo que muestran las duras consecuencias del enfrentamiento”.
–¿En Costa Rica...?
–También. Aquí hay novelas como las de Jorge Méndez Limbrick, en las que la investigación del detective se centra en una situación muy violenta –en la primera, la de las prostitutas jóvenes, Mariposas negras para un asesinato–; pero el investigador ya no es un individuo perfecto: tiene sus propios problemas, que se continúan explorando en la segunda novela, El laberinto del verdugo.
–Algunos relatos son policiales, pero de un modo atípico. ¿Cuáles rasgos los caracterizan: el pesimismo ante la eliminación del mal, la creencia en que la corrupción política es superior a la lucha contra ella?
–Eso se liga con la pregunta anterior y con el significado de la ciudad. En nuestro caso, ¿qué significa San José tal y como la imaginan los relatos contemporáneos?
”Creo que la posición sería: “Todo está mal, no hay solución, pero al menos debemos denunciarlo”. Por esto, los héroes casi siempre resuelven el crimen, descubren al asesino, pero de alguna manera resultan también vencidos porque saben que lo que hicieron no cambiará el estado de las cosas.
”Ahí está la relación con el espacio: la ciudad nos envuelve completamente, tiene zonas tenebrosas, oscuras, abandonadas, etcétera, en las que deambulamos todos porque ese espacio somos nosotros.
”Por eso no hay salida, no hay paseo al campo, excepto para narrar un accidente en la carretera, que nos devuelve a un hospital de San José, como sucede en varios relatos de Rodrigo Soto, y también en su novela El nudo, que incluye un paseo de cuatro amigos a la playa y un reencuentro en un accidente automovilístico en la zona de El Alto de las Palomas”.
–Si no hay triunfos de la virtud ni derrotas dignas, ¿es fácil que haya héroes en las narraciones?
–Primero, ya no existe una frontera tan clara entre bondad y maldad. Por lo tanto, los protagonistas son protagonistas más que héroes.
”En La última aventura de Batman, reciente libro Carlos Cortés, acabo de leer un cuento sobre el final de la secundaria. El punto de vista con el que se enfoca este acontecimiento de la vida de cualquiera es de una tranquila tristeza que ve que no fue una época feliz, no obstante todo lo que los mayores hayan querido festejarla.
”Esa es la perspectiva que también predomina en los demás cuentos, sobre la infancia, el noviazgo, el pasado familiar. Tal vez todos sabemos que así es y lo único que se puede hacer es escribir sobre eso”.http://www.nacion.com/2010-11-28/Ancora/NotaPrincipal/Ancora2570609.aspx

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